Esta nueva obra dirigida por Luciano Suardi muestra un cuadro familiar al borde de la desintegración luego del entierro del pater familiae. Sin contar con ninguna trama rígida, el texto se aproxima a un momento particularmente dramático de esta familia, alterada aún más tras la aparición de Elisa (Carina Zampini), ex mujer de Alex (Federico Olivera) , hermano de Edith (Natalia Lobo) y Nathan (Alejandro Awada), con quien la mujer revive un affair que pone en tensión la relación entre los hermanos varones.
También están el tío Pierre (Héctor Giovine) y su nueva esposa (Marta Bianchi), que sirven en la familia como un referente de las parejas que se conforman en una edad avanzada. Ese vínculo (abordado en varios momentos de la pieza desde la comicidad) permite contraponer el malestar existencial que se percibe en los tres hermanos. Sobre todo en Alex, el más joven. Conversaciones después del entierro, desde ese punto de vista, es una obra tan melancólica como un muchacho que no tiene perspectivas, pero que las percibe a su alrededor.
.
Luciano Suardi ha comprendido esa capacidad del texto de construir sentido desde lo no dicho, lo trivial, y las relaciones vinculares. Federico Olivera no siempre consigue sostener toda la desazón del personaje más allá del gesto. Pero el elenco se luce, y la escenografía de Jorge Pastorino resulta esencial para ese lucimiento. A través de un gran muro que se desliza hacia los costados y de cuya superficie emergen elementos que ambientan los diversos espacios, la pieza logra unir el espacio cotidiano con el estado subjetivo, cargado de las reflexiones que surgen de los personajes.
.
Toda la obra está teñida por un halo chejoviano. Más allá de un hecho contundente (¿acaso hay otro que lo sea más?) como la muerte del padre, las situaciones son cotidianas. Desde la trivialidad de los diáligos comienzan a aparecer reflexiones de impronta metafísica, que ponen en tela de juicio los pasos acertados de los personajes, los que deberán meditarse, y los que aún son imperceptibles.
.
Ezequiel Obregón