28 octubre, 2008

Aquello que llamamos felicidad

.
Con el estreno de Conversaciones después del entierro se confirma el poder de recepción que tienen las obras de la francesa Yasmina Reza en Buenos Aires. Si ART fue -hace más de diez años- un hito de convocatoria, los posteriores estrenos de Tres versiones de la vida y El hombre inesperado confirmaron el interés del público por las obras de Reza.

Esta nueva obra dirigida por Luciano Suardi muestra un cuadro familiar al borde de la desintegración luego del entierro del pater familiae. Sin contar con ninguna trama rígida, el texto se aproxima a un momento particularmente dramático de esta familia, alterada aún más tras la aparición de Elisa (Carina Zampini), ex mujer de Alex (Federico Olivera) , hermano de Edith (Natalia Lobo) y Nathan (Alejandro Awada), con quien la mujer revive un affair que pone en tensión la relación entre los hermanos varones.

También están el tío Pierre (Héctor Giovine) y su nueva esposa (Marta Bianchi), que sirven en la familia como un referente de las parejas que se conforman en una edad avanzada. Ese vínculo (abordado en varios momentos de la pieza desde la comicidad) permite contraponer el malestar existencial que se percibe en los tres hermanos. Sobre todo en Alex, el más joven. Conversaciones después del entierro, desde ese punto de vista, es una obra tan melancólica como un muchacho que no tiene perspectivas, pero que las percibe a su alrededor.
.
Luciano Suardi ha comprendido esa capacidad del texto de construir sentido desde lo no dicho, lo trivial, y las relaciones vinculares. Federico Olivera no siempre consigue sostener toda la desazón del personaje más allá del gesto. Pero el elenco se luce, y la escenografía de Jorge Pastorino resulta esencial para ese lucimiento. A través de un gran muro que se desliza hacia los costados y de cuya superficie emergen elementos que ambientan los diversos espacios, la pieza logra unir el espacio cotidiano con el estado subjetivo, cargado de las reflexiones que surgen de los personajes.
.
Toda la obra está teñida por un halo chejoviano. Más allá de un hecho contundente (¿acaso hay otro que lo sea más?) como la muerte del padre, las situaciones son cotidianas. Desde la trivialidad de los diáligos comienzan a aparecer reflexiones de impronta metafísica, que ponen en tela de juicio los pasos acertados de los personajes, los que deberán meditarse, y los que aún son imperceptibles.
.
Ezequiel Obregón

LA PESCA, de Ricardo Bartís

Sólo queda un charco del Maldonado en ese sótano de la calle Beláustegui, donde acostumbran bajar Don Atilio, René y esta noche, como invitado, Miguel Ángel, a quien le cuesta desconectarse de su negocio. Los otros dos lo irán instruyendo mientras lo sumergen – como a nosotros – en el universo ilusorio. Allí, con todos los enseres, practican lanzamiento de mosca. “Tenés que imaginarte”, le dicen, así se ingresa en ese espacio evadido del tiempo, en los restos ruinosos del antiguo club “La gesta heroica”, como reza el viejo cartel que habla de tiempos gloriosos. Así se conserva y reaviva en la oscuridad, con el recuerdo y la imaginación, el pasado; allí se alimentan los sueños. Los tres hombres hablan de sus pasiones, la pesca y las mujeres, con las mismas palabras: enganchar, poseer, pescar, atraer. En el fondo, cada uno refiere su propia soledad, el desesperado intento de esquivarla, de encontrar alguna forma de intimidad y contacto, con ellas y entre ellos mismos. Atilio, viudo y enfermo, vive instalado en aquella idealizada época de esplendor, cuando “plantaban truchas”, cuando gozaba de la compañía de su esposa. Con ingenio extravagante, ha inventado el sistema de luces que permite pescar en al oscuridad de ese estanque urbano. René lo sigue como a su maestro, mientras sueña con el afecto de Irene, la hija del viejo, a quien considera su novia. Miguel Ángel tiene sus propias penas; bajo su saco y su corbata, hay un hombre irascible, que es también el sufrido enamorado que padece todavía la herida del abandono de Alicia.


En ese universo masculino donde la mujer es ausencia omnipresente, se habla también con calor de política, del peronismo con sus internas y sus tensiones irresueltas. Se asoma la Argentina devastada que no puede borrar los horrores ni el dolor del pasado, porque las marcas están grabadas en el cuerpo social como en esas paredes húmedas las subidas del río que corre bajo la avenida. La fábrica abandonada, ese pozo en medio de la ciudad, sirve de refugio a la utopía, constituye un grotesco y entrañable espacio del rito de la pesca, un rito que remite a un tiempo demorado, fuera de lo cotidiano, que determina el ritmo profundo de la pieza, muy ajeno al de arriba, al que se resiste a pertenecer, como ciertos teatreros.

No faltan en la obra los momentos dramáticos: la espera inútil, el pique inútil, el hilo que se corta; la violencia tampoco, ni el humor, esa forma sutil de decir la tristeza. La virtud de Bartís, entre muchas, consiste en plantear todo esto en diálogos simples, que fluyen en los preparativos y en el aguardar. Los actores, con personajes muy bien delineados que interactúan modificándose lentamente, logran hacer verosímil ese potente mundo poético en el que nos reconocemos. Boris, De Feo y Machín – muy especialmente – crean con sus cuerpos afectados ese universo que nos toca en lo hondo.El diseño y el aprovechamiento del espacio (el piso superior, el “balcón”, la escalera, el baño, el estanque) nos hacen sentir que también nosotros descendemos al sótano y allí también buscamos respuestas.

Experimentamos el goce de ese teatro nada trivial, consciente de sí mismo y de su valor, el que nos presenta una metáfora viva en la que podemos seguir buceando. Entretanto, nos preguntamos, mientras reímos y nos conmovemos, en qué creemos todavía, qué esperamos, si nos apasionamos con intensidad, si seguimos resistiendo.
Clara Ibarzábal

Actuaciones: Sergio Boris, Carlos Defeo, Luis Machín
Vestuario: Magda Banach
Realización escenográfica: Ricardo Félix, Norberto Laíno
Fotografía: Andrés Barragán
Asistencia técnica: Andrés Irusta
Asistencia de dirección: Jazmín Antar
Prensa: Daniel Franco, Paula Simkin
roducción ejecutiva: Lorena Regueiro, Domingo Romano
Dirección: Ricardo Bartís

SPORTIVO TEATRAL
Thames 1426 - Capital Federal
Teléfonos: 4833-3585
Entrada: $ 40,00 - Jueves - 23:00 hs - Desde el 20/11/2008
Entrada: $ 40,00 - Viernes y Sábado - 22:00 hs - Desde el 20/11/2008

¿Dónde está Liza?: Puro ritmo

Los Pepper Top Singers están de vuelta, esta vez con un ágil espectáculo en donde los protagonistas van tras los pasos de la mujer que admiran: Liza Minnelli. Es así como se lanzan a viajar, para emprender una búsqueda disparatada. “Cuatro fanáticos sueltos, cantando y bailando hacen de todo para llegar a ella, desde transformar un éxito suyo en un Mambo, hasta escribir un Himno dedicado a su ídola”, según cuenta Alejandro Ibarra, director e intérprete.

¿Dónde está Liza? es un homenaje a una de las más grandes artistas que ha dado la escena internacional. Es un espectáculo dinámico que lo mantendrá atento a las andanzas de los protagonistas, quienes con mucho respeto toman canciones fácilmente reconocibles como New York New York o City Lights a modo de tributo. El show cuenta con un vestuario colorido donde no faltan las galeras y los zapatos de tap.

Para destacar, el programa con formato de tríptico incluye la ficha técnica completa, la sinopsis y un breve currículo de cada uno de los artistas, al mejor estilo de los musicales. Tan acostumbrados hoy en día a las postales, es un logro que recuperen el programa tradicional, el cual para muchos espectadores es un recuerdo-material de la obra a la que asistieron.

¿Dónde está Liza? es, finalmente, un musical que les permitirá pasar un buen momento en pleno San Telmo. Y les recordará que muchas veces lo que buscamos fuera, lo llevamos dentro.

Georgina Falbo

Los Pepper Top Singers son: Emanuel González Castro - Mariana Jaccazio - Alejandro Ibarra - Johanna Sciar
Coreografía: Alejandro Ibarra
Tap: Jimena Olivari
Dirección musical y arreglos: Matías Ibarra
Producción ejecutiva: Isidoro Defina
Puesta en escena y dirección: Alejandro Ibarra
Funciones: Viernes a las 23:15
Localidades desde $30

Molière Teatro Concert: Balcarce 683 - Reservas: 4343-0777