La versión de "La gata sobre el tejado de zinc caliente" que se ofrece desde hace algunos meses con éxito en la sala El portón de Sánchez es una muestra de cómo entender un clásico, aquella pieza que aún en su distancia temporal puede seguir interpelando al espectador.
Tennessee Williams fue un artesano a la hora de abordar la interioridad en estado de ebullición, sus criaturas son seres atormentados que, a la vez, reflejan las contradicciones sociales de un tiempo y un espacio que les resultan adversos. Verdaderos personajes-paradigmas, justamente porque sus mundos interiores entran en tensión con el contexto, representarlos son un gran desafío. Es imposible, por ejemplo, no evocar a Blanche du Bois sin pensar quienes fueron las actrices que asumieron su rol. Por fortuna, en la puesta de esta obra el experimentado Oscar Barney Finn ha logrado de sus actores elogiosos trabajos. La sala le provee un largo espacio que delimita el "afuera" del "adentro" (la habitación matrimonial de Brick y Margaret), que el director supo aprovechar para hacer aún más precisa esa delimitación.
La historia se centra en el agobiante cumpleaños del padre de Brick (Antonio Ugo). En la habitación de su hijo, Margaret implora a su marido que vuelvan a intimar. La empuja la necesidad de ser madre para poder "hacerle frente" a sus múltiples sobrinos, puesto que si logra quedar embarazada antes de la cercana muerte de su suegro, es probable que una porción de su herencia termine en sus manos. Esta síntesis ejemplifica el estado de tensión que Williams impone a sus personajes, que nunca pueden deslindarse de un pasado para constituir un futuro. El hombre, esquivo a la necesitad femenina, se autodestruye con un whisky tras otro, ante una demanda con la que no se siente identificado y la muerte de un amigo cercano que esconde más de una revelación.
No sólo en el buen uso de la amplitud espacial Barney Finn construye una puesta interesante. El aporte de las luces y el juego que establecen con las cortinas verticales que se imponen en el fondo les permite a los intérpretes ingresar al espacio central de manera difusa, disolviendo los límites entre privacidad y sociabilidad que Williams repudió por disminuir la valoración del deseo de los hombres. Sólo un tocadiscos que debería girar y no lo hace pone en riesgo la construcción realista que este tipo de dramaturgia impone.
Son elogiables todas las actuaciones, pero es necesario destacar los trabajos de Paulo Brunetti (Brick), Antonio Ugo (el padre), Fabiana Falcón, y Agustina Lecuona (Maggie), cuya dualidad de su personaje (moral, psicológica) se ve enriquecida por los matices que despliega su composición.
Ezequiel Obregón
Autoría: Tennessee Williams
Actuaciones: Gustavo Böhm, Paulo Brunetti, Ana María Casó, Fabiana Falcón, Agustina Lecouna, Antonio Ugo
Vestuario: Mini Zuccheri
Diseño de peinados: Ricardo Fasan
Diseño de escenografía: Emilio Basaldúa
Diseño de luces: Roberto Traferri
Prensa: Walter Duche, Alejandro Zárate
Producción ejecutiva: Fernando Madedo
Dirección: Oscar Barney Finn
EL PORTON DE SANCHEZ
Dirección: Sánchez de Bustamante 1034
Teléfono: 4863-2848
Entrada: $25,00 / $15,00 - domingo y viernes - 20:00 hs