07 abril, 2009

BACICI 2009: 5 PELICULAS PARA RECORDAR


Wendy and Lucy, de Kelly Reichardt. Este film tiene mucho de lo que hemos visto en el último cine argentino. Una historia mínima, pocos personajes, preponderancia de los silencios. Hay algo en su atmósfera que le confiere una bienvenida rareza. Tal vez sea la aparente simpleza que la recorre, simpleza que se enhebra en un relato de profunda humanidad. Como en los cuentos de Raymond Carver, una anécdota (la chica que pierde a su perra, en este caso) sirve para observar toda una red de asociaciones en torno a lo que denominamos “cultura”. Michelle Williams asume toda la melancolía que la película necesita, y reconfirma que es más que la viuda de Heath Ledger: es una gran actriz.

Excursiones, de Ezequiel Acuña. Con su tercer largometraje, Ezequiel Acuña perfecciona su estilo. Un estilo que no carece de reminiscencias, de celebración de la amistad masculina, de un humor sutil y bien delineado. Recuperando a los personajes de su corto Rocío, Acuña los enfrenta al paso del tiempo. Su película tiene un tono ligero, despojado de impostaciones, que –a diferencia de sus dos primeros films- amplía su arco generacional y consigue capturar otros públicos. Excursiones trata sobre el reencuentro de dos amigos, en un blanco y negro que tiene mucho de nostalgia, pero cuyo resultado final nos deja bien sonrientes.

El canto de los pájaros, de Albert Serra. Este enfant terrible del cine actual sigue en la misma senda que Honor de Caballería (planos larguísimos, pura contemplación, mínimos núcleos narrativos) pero esta vez en impecable blanco y negro. Serra pone su ojo sobre los Reyes Magos y el camino que los lleva al recién nacido Jesús. Se trata de un cine experimental, extremo, equiparable al de Bresson pero con vuelo propio. ¿Film sobre un transe religioso? ¿Film sobre la necesidad de afianzar una mitología? ¿Revisionismo áspero? ¿Todo eso junto?

Barba azul, de Catherine Breillat. La directora de Romance y Una antigua amante (presentada en este mismo festival, el año pasado) entrega una película pequeña en recursos pero muy bien cuidada en todos los rubros. El relato se bifurca y muestra la relación de dos pequeñas hermanas, una de ellas ansiosa por aterrar a la otra con la lectura de Barba azul, segunda línea que desarrolla la realizadora. Más allá del apéndice ilustrativo, el relato enmarcado funciona como disparador de temas como el poder de la imaginación y lo ominoso en la literatura. Con una producción acotada y una capacidad muy acertada para explorar climas tenebrosos a través de las miradas y los pequeños gestos, Breillat indaga en el carácter mítico del personaje, un noble feo y déspota que asesina a sus mujeres. Una muestra de cómo hacer cine de época bien entendido.

Montaña sin árboles, de So Yong Kin. La segunda película de esta directora coreana reconfirma la sutil mirada presente en In between days, ganadora hace dos ediciones. En este caso, su ancla sobre las vivencias de dos niñas, ya no dos adolescentes como en el film anterior. Dos hermanas que son abandonadas primero por el padre, luego por la madre y finalmente por la tía. El relato deja una profunda melancolía, pero no cede ante la desesperanza. Por el contrario, puede ser pensado como un alegato sobre la resistencia, aún en los más desprotegidos. Una pequeña gran película que pasó inadvertida por el Jurado Oficial.
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Ezequiel Obregón

El fantasma de la ópera: El musical más esperado

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El fantasma de la Opera apareció en la cartelera porteña, luego de haberse frustrado su estreno en varias oportunidades. Obra emblemática del teatro musical, esta creación de Andrew Lloyd Weber estrenada hace más de veinte años en Broadway es una de las piezas con mayor impronta de ópera, hecho que produce el acercamiento de un tipo de público más clásico en cuanto a la recepción de obras musicales.

La obra lleva marcada a fuego la impronta del romanticismo. Basada en la novela homónima de Gastón Leroux, el hilo argumental es bastante lineal: en el Teatro de la Ópera de París sobrevuela la idea de que un fantasma lo habita. Mediante ominosas cartas se dirige a los propietarios del teatro y envía órdenes para la composición de los elencos de las obras representadas, amenazándolos con suscitar tragedias si no se limitan a hacer lo que les pide. La favorecida es Christine, cantante que obtendrá el inmediato aplauso del público, merced a su extraordinaria voz y su desempeño en los papeles protagónicos. También se ganará el amor de Raoul, un joven noble, hecho que enloquecerá de celos al fantasma.

En cuanto al elenco, es destacable la labor de Mirta Arrúa Lichi (Carlotta Giudicceli), Carlos Vittori (uno de los Fantasmas, el papel es alternado por Juan Pablo Skrt) y la mexicana Claudia Cota (Christine). A las actuaciones les falta algo de pasión, sobre todo con tamaño argumento y mecanismo escenotécnico que por momentos “achica” algunas actuaciones, que por momentos se aproximan hacia lo grandilocuente.

De producción excelsa, cada detalle responde a un sofisticado mecanismo de relojería. Impacta la tan mentada caída de la lujosa araña hacia el final del primer acto, el viaje en góndola por las oscuras profundidades del Teatro y el imponente Carnaval que abre segundo acto. Una producción pocas veces vista en Buenos Aires.

Ezequiel Obregón

Libreto: Richard Stilgoe y Andrew LLoyd Weber
Letras: Charles Harts
Letras adicionales: Richard Stilgoe
Traductor y adaptador: Eduardo Galán
Dirección: Harold Prince
Directora Residente: Rocío Rodriguez Conway / Música : Andrew Lloyd Weber
Director Musical: Gerardo Gardelín
Coreografía original: Gillian Lynne
Actuaciones: Carlos Vittori, Juan Pablo Skrt, Claudia Cota, Nicolás Martinelli, Mirta Arrúa Lichi y elenco
Diseño de iluminación: Andrew Bridge
Diseño de escenografía y vestuario. Maria BjÖrnson
Sala: TEATRO OPERA
Horario: Miércoles, jueves y viernes: 20:30 hs – Sábado: 18:00 y 22:00 hs – Domingo: 19:00 Precio: desde 70 pesos.

LOS SIETE LOCOS, de Roberto Arlt

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Obsesionado por enriquecerse y ser reconocido por inventos como la rosa de cobre, Erdosain es un hombre desdichado que busca una salida a su angustia sumergiéndose en lo abyecto. Desesperado ante la falta de dinero y perspectivas, primero roba y luego ingresa en un grupo - liderado por el Astrólogo- que pretende invertir el orden social a través de una terrible y absurda revolución, financiada por una red de burdeles distribuidos por toda la Argentina bajo la administración del Rufián Melancólico.

Escrita en 1929, lúcida mirada sobre la Argentina de comienzos del siglo XX y sobre los conflictos atemporales del hombre, Los siete locos culmina con Los lanzallamas, que Arlt editaría dos años más tarde. La novela sorprende, en primer lugar, por la penetración del autor para captar los signos de los tiempos: Arlt no sólo vislumbra con agudo acierto los acontecimientos que sobrevendrían poco después en nuestro país, sino también advierte las pujas ideológicas que se producen en el orden internacional y denuncia ya entonces el intervencionismo político de los norteamericanos. La obra tiene una riqueza de contenido y una relevancia simbólica que parecen aumentar con el paso de los años, va más allá de la cuestión político-social para ahondar en la temática existencial de la soledad, de los vínculos, el mal y el sentido de la propia vida.

“Mi intención era tomar secuencias que se relacionan con su pensamiento filosófico y con cuestiones sociales” dice el director Omar Aíta. La adaptación, que él mismo ha realizado, “respeta el momento histórico y el orden en el que se desarrollan los acontecimientos… tomando en cuenta principalmente la elocuencia del lenguaje que Arlt da a su novela a través de sus personajes, crudos, oscuros, en constante rebeldía.” Con esa premisa, elige mantener buena parte de los textos, permitiendo acceder a la torturada lucidez de esas creaturas y a sus oscuros delirios. Parlamentos, personajes y situaciones, nos permiten entender los hechos. Sin embargo, se hace difícil abarcar semejante densidad en el limitado desarrollo temporal de la puesta: por momentos, el relato ganaría más contundencia y hondura con mayor concentración.

En la escena, unas camas sirven tanto para las escenas más íntimas de encuentro entre Erdosain y las mujeres de su vida (su esposa Elsa, Luciana o la Bizca), como para mostrar el mundo de la prostitución, la delincuencia y la brutalidad; el interior y el afuera quedan ligados por el denominador común de la humillación, que se da y se recibe. Después, unos pocos objetos, la disposición de los actores, la palabra y la luz, son los que cuentan, con bienvenida economía, el espacio. Cabe subrayar la sobria iluminación de Soledad Ianni que se ensambla perfectamente con la escenografía Carlos Di Pasquo y la ubicación de los actores.

Pablo Iemma debió, con pocos ensayos, salir "al toro" para encarnar al ya célebre protagonista, quien busca la perdición como una paradójica manera de salvarse. Tal vez, el paso de las funciones le va permitiendo profundizar cada vez más en tan torturado y rico personaje y hacer más perceptible su costado alucinado. Julio Ordano encarna al Astrólogo con sobrado oficio y soltura, confiriendo una macabra simpatía al cabecilla de la revolución, que promueve la temible y cercana ideología de la mentira como forma de dominio. Destacan el trabajo clownesco de Marcelo Sánchez en su composición del entrañable Ergueta, la medida y firme Coja que logra Coni Marino y el trabajo expresivo de Cecilia Kruchoski, que interpreta a Luciana.

Acercarse a esta versión de Los siete locos podrá dejarnos desasosegados o inquietos, pero nunca vacíos.
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Clara Ibarzábal

Autor: Roberto Arlt
Adaptación: Omar Aíta
Actuaciones: Federico Aimetta, Pablo Iemma, Andrea Juliá, Cecilia Kruchoski, Darío Levy, Coni Marino, Julio Ordano, Enrique Papatino, Gustavo Pardi, Claudia Pereira, Marcelo Sánchez, Hernán Vazquez
Vestuario: César Drago
Escenografía: Carlos Di Pasquo
Iluminación: Soledad Ianni
Maquillaje: Camila Aita
Música: Martina Vior
Fotografía: Santiago Corti
Diseño gráfico: Santiago Corti
Asesoramiento en coreografía marcial: Leandro Aíta
Asistencia de dirección: Anabel Ferreyra
Prensa: Carolina AlfonsoDirección: Omar Aíta

CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN
Corrientes 1543
Teléfonos: 5077-8077
Entrada: $ 35,00 - Domingo y Viernes - 21:00 hs Entrada: $ 35,00 - Sábado - 20:00 hs

El nuevo Larga Duración de Los Amados

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Ya se puede encontrar en las bateas de las mejores disquerías el nuevo LP de Los Amados: Rutilantes. Otra vez esta banda de románticos sorprende con la selección de temas y composiciones propias que deslumbran en el nuevo material. Desbordante de amor, ternura y lleno de energía para invitar a bailar a quienes lo escuchen.

El grupo está compuesto por 5 galanes (y mejores músicos) y la niña Raquelita en piano. Y como nos tienen acostumbrados no podía faltar la cantante invitada para la ocasión: la flor blanca de Colombia, Dina Dulri. La banda de centroamericanos (forma parte de la fantasía) encantan a los argentinos con sus tonadas locales de Puerto Rico, Nicaragua, Guatemala y El Salvador entre otros, mientras que el enamoradizo Chino Amado es de Uruguay pero también se le pega la tonada de sus colegas.

Algunos de los temas que van a encontrar en el disco son: Reloj (Roberto Cantoral), Noche de ronda (Agustín Lara) y Vereda tropical (Gonzalo Curiel), ejemplos de los tradicionales y recordados temas que -junto con los de composición propia de la banda- les permitirá recorrer diversos ritmos. Pasarán del cha cha chá al bolero, del vals al danzón, de la plena al candombe y moverán las caderas con el merengue y la conga. Algunos títulos de la autoría de Los Amados son: Soy tu esclavo, Claro que sí y Pretenciosa no soy. El larga duración ofrece un recorrido de 12 temas que lo hará vibrar y pasar por varias emociones.

En el interior encontrarán una serie de fotografías que los muestran en sus personajes extraídos de la década del 50, haciéndole honor a la época con colorida vestimenta, jopo y habano en mano. También conocerán a Dina, con su vestido al mejor estilo Carmen Miranda, y a la encantadora Raquelita, siempre sonriente y con vestidos delicados.

Pero el disco no es todo. A pesar de vivir en una gira permanente, se los puede ver en los escenarios de Buenos Aires, sólo es cuestión de estar atentos a la cartelera. Por eso, cuando puedan asistir al espectáculo, no lo duden, vivirán realmente una fiesta del amor. Los amados es un grupo que le canta al amor. Como ellos mismos se definen: “Algunos llevan la guerra a otros países, otros llevan el dinero, nosotros llevamos el amor.”

Georgina Falbo

Los amados
Alejandro Viola
Lisandro Fiks
Analía Rosenberg
Oscar Durán
Hernán Sanchez
Cantante invitada: Dina Dulri

www.myspace.com/losamados

Esperando la carroza

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La espera terminó: llegó la carroza y se llevó a dos de los personajes más aclamados de la primera entrega del film.

La historia tanscurre en el aniversario de matrimonio de Nora Musicardi (Betiana Blum) y Antonio Musicardi (Luis Brandoni), quienes invitan a su casa a importantes personalidades del ámbito del espectáculo, político y empresarial. Todos son contactos conseguidos gracias al crecimiento económico que produjo el matrimonio en los 25 años que han pasado desde aquel almuerzo familiar en el que se desarrolló la primera parte. Antonio decidió invitar también a los miembros de su familia sin consultarlo con su mujer, avergonzados "por ser pobres".

Con la llegada de todos los Musicardi a la mansión de Nora y Antonio se suceden situaciones insólitas debido al choque de clases. Nora los humilla, intentando utilizarlos como personal de servicio. Se suceden las idas y vueltas de cuatro nuevos personajes interpretados por Lola Fernández, Facundo Espinoza, Gabriela Mandato y Gastón Grande. También podremos ver a los ya conocidos personajes que encarnan Mónica Villa, Juan Manuel Tenuta, Andrea Tenuta, Lidia Catalano y Roberto Carnaghi (quién reemplaza al fallecido Julio De Grazia).

La ausencia de Mamá Cora (Antonio Gasalla) y Elvira (China Zorrilla) provocan una notoria falta de fuerza en esta segunda parte. Los personajes “nuevos” en la familia no logran suplir el hueco que han dejado aquellos.

Si bien el duelo actoral provoca un ritmo ligero, el guión presenta ciertas carencias, los remates son previsibles y los diálogos y situaciones anacrónicos. También se presenta una excesiva autoreferencialidad a la primera entrega de Esperando la carroza (incluso planos exactamente iguales que pasan de homenaje) que provoca que el film pierda su autonomía.

Se destaca el trabajo de Roberto Carnaghi, que logra encontrar los matices del Jorge Musicardi compuesto por De Grazia y –al mismo tiempo- agregarle los propios.

Esperando la carroza 2 es una película que siempre llevará el karma de ser comparada con la primera, un film que pasa con ligereza y que con ligereza se olvida.

Pablo D Elía