30 junio, 2008

Las noches de WKW

.
My blueberry nights es la primera película de Wong Kar Wai rodada en idioma inglés, en Estados Unidos, financiada con capitales franceses y chinos. Es, al mismo tiempo, una suerte de coronación final de un cineasta con pasaporte a los principales festivales de cine y laureles de la crítica y un público que –desde la anterior 2046- comenzó a ver en su cine algunos elementos de estilo transitados más felizmente en sus grandes obras: Con ánimo de amar o Happy Together.

Sea como sea, My blueberry nights es una película con luz propia, en la cual muchas ideas siguen funcionando. La película es una road movie, aquí el tránsito cobra una preponderancia mayor. La historia se inicia con el encuentro del dueño de un bar decadente con una joven melancólica. El diálogo se detiene en las llaves que varios amantes han olvidado en el bar: huellas de vidas erráticas que váyase a saber por dónde vagan. En esos primeros encuentros, Elizabeth (la cantante Norah Jones, muy bien en su primera interpretación) saborea unos pasteles de arándanos que -según el personaje de Jude Law- “nadie se anima a probar”.

En ese primer encuentro, WKW pone sobre la mesa todos los componentes estéticos que acompañarán el devenir amoroso de la pareja. La “desprolijidad” del bar y el modo en el que la puesta captura la fugacidad de los encuentros (en donde nuevamente el director hace uso del ralenti) acentúan lo efímero de las relaciones afectivas en las grandes ciudades, metaforizadas también en los omnipresentes trenes que irrumpen en el relato anulando el punto de equilibrio de cada secuencia.

Elizabeth vagará un tanto por otras ciudades trabajando como mesera, en un intento por encontrarse a sí misma. Aparecerán distintos modelos de mujeres que parecen ser espejos deformados de ella misma y –al final del viaje- retornará a Nueva York, ¿siendo la misma persona? En ese tránsito, de mujeres que van y vienen sin aparente rumbo, WKW vuelve a reflexionar sobre la condición del cuerpo en nuestra modernidad, sobre la distancia de los amantes, y la melancolía vista como un punto de fuga. Es como si el amante idealizado fuera la feliz respuesta hacia la repulsión de lo concreto: el eterno movimiento que distancia a la pareja, como ya era visible en su ópera prima As tears go by.

Pese a transitar motivos mejor elaborados en obras anteriores, My blueberry nights es una película subyugante, que nos encanta tanto como los pasteles que saborea Elizabeth en sus momentos más íntimos.

Ezequiel Obregón
.
El sabor de la noche: My Blueberry Nights (My Blueberry Nights, Hong Kong, China, Francia/2007). Dirección: Wong Kar-wai. Con Norah Jones, Jude Law, Natalie Portman, David Strathairn y Rachel Weisz. Guión: Wong Kar-wai y Lawrence Block. Fotografía: Darius Khondji. Música: Ry Cooder. Edición y diseño de producción: William Chang. Distribuidora: Distribution Company. Duración: 93 minutos. Apta para mayores de 13 años.

Alegría, de la compañía Cirque du Soleil

Alegría es el espectáculo con el que la compañía canadiense Cirque du Soleil celebró sus diez años, allá por 1994. Lejos de parecer un espectáculo anacrónico, Alegría se impone al público con encanto por reafirmar la preexistencia de lo artístico por sobre lo comercial, la originalidad por sobre lo ya transitado, lo sorprendente por sobre lo trivial.

Se trata de un espectáculo de alto impacto que convoca a 60 artistas de distintas nacionalidades. La proeza de Franco Dragone (responsable de la puesta en escena) fue haber conseguido un lugar para el lucimiento de cada uno de ellos, en este espectáculo en el que las artes circenses se lucen especialmente en todo lo referido a lo aéreo. No menos importante resulta el acompañamiento hacia la pista a través de las múltiples figuras que remiten al imaginario de la Commedia dell arte, desde un maestro de ceremonias jorobado, hasta esa brillante intérprete vestida de blanco que aggiorna los números con una destreza vocal soberbia.

El barroquismo de la puesta resalta la versatilidad de cada intérprete. Lo gestual no sólo está puesto en la auto-celebración materializada en cómo se ensamblan los números, también es remarcado por los propios artistas a través de un vestuario fastuoso que supo hacer del cuerpo una verdadera celebración. Así, el número de contorsión es sencillamente sorprendente, llegado al punto en el que es imposible saber qué estamos viendo. También se destaca el número del hombre volador, las barras rusas, la danza del fuego y –hacia el final- el número de trapecio.

El espíritu callejero es exaltado en los carromatos que irrumpen en escena, en la velocidad con la que los artistas ingresan al centro del escenario. La banda sonora es funcional a esta concepción de la puesta, y es –al mismo tiempo- un soporte ideal para la delicada voz de la dama blanca, omnipresente durante todo el show.

Vale la pena destacar la presencia de los clowns, quienes parodian los números presentados en Alegría. El número originariamente concebido para el clown Slava (presentado recientemente en el teatro Opera) es una síntesis de cómo el hombre es perecedero ante el espíritu de humanidad que sí persiste en el tiempo. La idea de un cuerpo frágil, movilizado por el peso del viento helado que se abre paso en el vacío es –tal vez- una bella metáfora de la armonía del cuerpo como complemento de las fuerzas naturales. Hecho que cobra vigor en cada artista de esta magnífica compañía.

Ezequiel Obregón
.
Alegría. Del Cirque du Soleil. Guía y fundador: Guy Laliberté. Puesta en escena: Franco Dragone. Director de creación: Gilles Ste-Croix. Coreografía: Debra Brown. Escenografía: Michel Crete. Dirección musical: René Dupéré. Vestuario: Dominique Lemieux. Luces: Luc Lafortune. Sonido: Guy Derochers. Directora artística general: Sylvie Galarneau. Elenco: Maui Sumeo, Karl Sanft, Sergey Kritsyne, Evgueni Ivanov, Ilya Baranov, Tamir Erdenesaikhan, Kasper Falkesgard, y elenco. Duración: 120 minutos, con un intervalo de 30.

No todo es lo que parece

Parece ser que me fui es una obra que propone tener una experiencia teatral diferente, ideal para los que buscan encontrar la sintonía que une el silencio, los gestos y las palabras.

De la mano de la estética del clown la directora Raquel Sokolowicz nos introduce en un espectáculo poético y entrañable, interpretado por Marina Barbera, quien nos permite conocer a Marta: un personaje para descubrir y descubrirnos a lo largo de la obra. Una persona que juega con la poesía y la idea de vacío para dar a conocer su mundo.

La obra se desarrolla en un espacio despojado de elementos. Sólo hay un cuadrado marcado con cinta blanca, un palo y un banquito; pero se va completando con las imágenes que el público genere en su mente al transcurrir el viaje al que nos invita Marta.

La música original fue compuesta por Agustín Flores Muñoz y el diseño de luces es de Ricardo Sica. El trabajo de ambos enmarca y acompaña la intensidad de los estados que transita la protagonista. El programa de mano tradicional fue reemplazado por un señalador con fotos de Marta en movimiento. Se trata de una buena manera de conservar un recuerdo de la obra en algún libro acorde a la situación.

El espectáculo fue estrenado en el Festival Internacional de Payasas de Andorra y participó en el Festival Internacional de Clown de Madrid, el 9° Festival Estival de la Patagonia, 3er. Festival Patacómico del Bolsón, Festival de Otoño en el Corredor Mesopotámico y en Noches Merlinas (San Luis). Realizó, además, presentaciones en Barcelona, Bilbao y Valencia. Fue seleccionada para participar de Clownstro 2008, Chile.

Para cerrar, unas palabras de la autora sobre la obra:

“Por una hendija -nadie sabe si en la pared o en su cabeza- se filtra el mundo de la protagonista de esta historia.
.
Si hubiera una ventana Marta la abriría y espiaría. Si hubiera un precipicio, intentaría volar.
Viajaría sin hoja de ruta... ¿le daría miedo? Tal vez si, pero lo haría igual.
.
Nada de esto hay y sin embargo, todo sucede. "

Georgina Falbo


FICHA TÉCNICA: Marina Barbera es Marta - Música Original: Agustín Flores Muñoz - Diseño de iluminación: Ricardo Sica - Fotografía: Jorge Crowe - Diseño gráfico: Andrés Kyle - roducción Ejecutiva: Rebeca Checa - Asistencia de dirección: Mariano Mandetta - Dirección: Raquel Sokolowicz / Funciones: sábados 21 hs., No Avestruz – Humboldt 1857. Reservas: 4777-6956. Entrada: 15 pesos.

Tres hermanas, de Antón Chéjov

Armando Discépolo la dirigió en 1962; en 1987 en la Sala Casacuberta, Inda Ledesma la puso en escena con un elenco integrado, entre otros, por Juana Hidalgo, María Cristina Laurenz, Ingrid Pelicori e Iván Moschner, que participa nuevamente en el elenco de la pieza, en esta nueva versión que podemos ver en el Teatro Regio. Luciano Suardi, el director, ha transitado en profundidad Tres hermanas, dado que interpretó durante tres años el personaje de Masha en la formidable adaptación que hiciera de Daniel Veronese: “Un hombre que se ahoga”. Ahora, Suardi optó por volver a la traducción de Gerardo Fernández, limpiando apenas el texto de referencias epocales anacrónicas.

Como se sabe, Chéjov presenta la historia de tres hermanas muy diferentes entre sí - Olga, Masha y la joven Irina - quienes ven el regreso a Moscú la utopía de la felicidad que no saben obtener , atenidas a una educación que no las ha preparado para luchar por ella, sino a esperar vanamente una salvación que no se produce. La llegada del ejército las despierta de la adormecedora rutina pueblerina y reaviva la posibilidad de cambio.
Entretanto, mientras su hermano Andrei dilapida el de la familia y su esposa Natasha va imponiéndose como dueña y señora de la casa, el tiempo transcurre irremediablemente, desgastando la ilusión de trabajar y de amar de estas mujeres.

Escena tras escena, se patentiza entre los personajes – es una experiencia que todos vivimos - la incapacidad para comunicarse y escuchar la voz del otro en un intercambio verdaderamente dialógico y transformador. Sin grandiolocuencia, más allá de algún parlamento del doctor o de Vershinin, las situaciones se desarrollan en un clima que, en tanto desnudan la cotidiana tragedia de los hombres y mujeres que viven frente a nosotros, dejan asomar el humor, pues se expone lo ridículo de conductas humanas eternas.

El director tuvo en cuenta, con buen criterio, las referencias al canto que Chéjov incorporó en las acotaciones; Carmen Baliero, en un trabajo muy sutil, hace surgir esa música de los propios actores, lo al igual que la danza aligera la pieza de la pesada dramaticidad que el autor deploraba. En el mismo sentido, se procuró que tanto el vestuario como la escenografía de Oria Puppo (una larga mesa multifuncinal, unas pocas sillas, un panel que produce en determinados momentos un acertado achicamiento del espacio, entre otros elementos) remitieran a la Rusia de comienzos de siglo de un modo impresionista, evitando el detallismo recargado, lo cual ayuda a una visión de conjunto que no se distrae con apuntes superfluos.

Queda, simplemente, lo imprescindible para ubicarnos y captar la esencia de ese mundo y los personajes que lo pueblan. Por un lado las mujeres: la maternal Olga, a la vez generosa y dura; la expresiva e insatisfecha Masha, apasionada por Vershinin, la entusiasta Irina, que progresivamente se ensombrece, quienes ven que su casa va siendo tomada por su exasperante cuñada, ante lo que no ofrecen mayor resistencia; la fiel Anfisa. Por otro, los hombres: el indolente de Andrei, el ingenuo y engañado Kulíguin que interpreta Moshner, el inefable doctor Chebutin (excelente trabajo de Alberto Segado), que no trabaja ni quiere hacerlo, el caballeroso Túsembach, el extraño capitán Sóliony (muy bien Germán Rodríguez), y Vershinin, que se ilusiona con sus propios discursos, representado aquí con interesantes matices por Daniel Fanego. Más allá de cualquier posible adjetivación, se presentan como seres insondables, tal como los pinta el autor, quien no se ha propuesto dar respuestas, sino mostrar la vida, en su simple complejidad.
.
Con piedad, no exenta de crítica a una burguesía decadente que se hunde en la chatura y la inacción, Chéjov. apunta a esta enfermedad de todas las épocas, tan reconocible: la de dejar transcurrir la vida poniéndonos excusas para viajar al “Moscú” que anhelamos, o para decidirnos a ser dichosos sin necesidad de llegar allí.
.
Clara Ibarzábal

Autor: Antón Chéjov
Traducción: Gerardo Fernández
Versión: Luciano Suardi
Actuan: Guillermo Arengo, Gustavo Böhm, Osvaldo Bonet, Andrea Chinetti, Carolina Fal, Daniel Fanego, Stella Galazzi, Francisco Garcia Faure, Lucas Lagré, Ulises Levanavicius, Ivan Moschner, Alejandro Ojeda, Marta Pomponio, Nya Quesada, Tomás Raele, Germán Rodríguez, Muriel Santa Ana, Alberto Segado, Malena Solda
Vestuario: Magda Banach
Escenografía: Oria Puppo
Iluminación: Jorge Pastorino
Música: Carmen Baliero
Asistencia artística: Ignacio Rodríguez de Anca
Dirección: Luciano Suardi

TEATRO REGIO
Avda. Córdoba 6056 Capital Federal
Teléfono: 4772-3350
Entrada: $ 25,00 y $ 20,00 - domingo - 19:00 hs
Entrada: $ 15,00 - jueves - 20:30 hs
Entrada: $ 25,00 y $ 20,00 - viernes y sábado - 20:30 hs

Aguas, en el Espacio Aguirre

Tras las cortinas de hule con líneas verdes y azules sobre las que se desliza agua coloreada se desarrolla Aguas. Ingresa un grupo grande de payasos; una de ellas, separada del grupo, tímida, se apoya contra la palmera.

El cuadro de la maestra (y algo más) y su diálogo con el abanderado genera el inmediato goce del público: ya entraron en la dinámica que propone esta serie de escenas vinculadas – como el nombre del espectáculo lo aclara – por el agua. Es un rasgo distintivo de los trabajos de Katz, que presencia la función y toma nota para futuros ajustes: los actores disfrutan jugando y ese deleite contagia a los espectadores de todas las edades. De hecho, muchos guiños están dirigidos a los adultos, entre los cuales se percibe la agradable sorpresa de ver que el clown se dirige con arte a los adultos.

Algunos pasajes – que conjugan humor y ternura - son más logrados que otros. Destaco, entre ellos, el breve momento de la mujer con su taza de té, la escena del bar, la percusión con botellas descartables, la lección de surf – de interesante precisión técnica - , la desopilante y crítica situación del arreglo del baño y los dos cuadros finales: excelente el trabajo del particular sodero en imágenes de gran belleza y los paraguas que aparecen alternativamente tras los paneles. Todos los objetos, ingeniosa, inteligentemente elegidos, tienen su razón de ser; nada sobra. En fin, un encuentro feliz con el teatro genuino, ése que se cimenta en la labor en el cuerpo y la gestualidad del intérprete y despliega magia con elementos cotidianos que se transforman ante los ojos admirados y llenos de gozo compartido.
.
Clara Ibarzábal
.
Autoría: Marcelo KatzIntérpretes: Elsa Agras, Marcos Arano, Lucía Baya Casal, Luciana Buschi, Cecile Caillon, Demián Candal, Maximiliano Carrizo, Gabriel Cohan, Ángeles Cravero, María Milagros Fabricio, Adriana Ferro, Piolo, Adriana García, Tomás García Querol, Sebastian Godoy, Guido Guernik, Mercedes Hernández, Lourdes Herrera, Santiago Legón, Brigida Lozzi, Gabriel Martínez, Alma Montiel, Lisandro Penelas, Javier Pomposiello, Leonardo Quiroz, Damián Ramonda, Natalia Santiago, irene sexer, Alan Stivelman, Alejandro Talarico, RivadaviaAmbientación: Analía GaguinDiseño de vestuario: Analía GaguinDiseño de luces: Fernando BerretaRealización de escenografia: Analía GaguinMúsica: Federico TraviDiseño gráfico: Sergio LamamyAsistencia de dirección: Nano ZyssholtzPrensa: Daniel Franco, Paula SimkinProducción: Iris IntilangeloDirección: Marcelo Katz

Espacio Aguirre
Aguirre 1270
Teléfono: 4854-1905
Entrada: $ 15,00 - Sábado - 20:00 hs