25 junio, 2007

Buenos Aires se pone HOT

El Séptimo Festival de Cine de Temática Sexual hace presencia en Buenos Aires (ya estuvo en Salta y en La Rioja) y promete ser un festín para aquellos espectadores que gusten del tratamiento del cine sobre el sexo.

Este festival fue creado con el objetivo de difundir las nuevas producciones, destacando y apoyando la creación de tendencias y propuestas estéticas desce todo el mundo, haciendo foco en el sexo en su libre expresión.

El jurado está compuesto por Lizette Vila Espina (documentalista cubana), Pablo César (director de cine, profesor en la FUC) y el actor Diego Capusotto.

Los cortometrajes programados en competencia podrán verse el día martes 26 de junio a las 21 horas, en tanto los mediometrajes se exhibirán a las 13 hs. A las 17 hs. se podrán ver los cortometrajes fuera de competencia, en todos los casos en la sala Tita Merello, en donde Lizete Vila también proyectará sus documentales, a las 19 hs.

La entrada cuesta 3 pesos, y la programación completa está en www.galloverde.com.ar.

Una solterona chapada a la antigua sufre por amor

El joven pintor León va a pasar unos días de descanso en la campiña francesa. Se va a hospedar en un pequeño hostal, donde conocerá a Harriet, “una inglesa de cierta edad”; solterona que ama la naturaleza y reniega de los principios religiosos de su familia.

Desde el principio sabemos que la historia termina en tragedia; un León ya maduro mira retrospectivamente hacia sus 25 años el affaire que tuvo con la inglesa.

Dice que no le desea a nadie vivir un amor tan desgraciado. El León maduro retrata al León joven y a Miss Harriet con tiza. Más tarde ellos van a tomar vida, pero casi en un registro de narración oral; la escenografìa es un pizarrón. En cambio, el vestuario es muy importante; Harriet vestida de blanco, León también.

La historia dura apenas unos pocos días. León conquista a esta solterona a través de la belleza de sus cuadros, y con sus observaciones sobre lo que ella ama: la Naturaleza. Van a recorrer juntos los bosques y la playa.

Cuando se insinúa la consumación carnal, Harriet sentirá temor y no se entregará a él. Entonces, en una decisión desacertada, León va a compensar sus pulsiones con una criada del hostal de 18 años. Harriet los va a ver, y va a huir hacia lo desconocido. Después va a llegar una tormenta, y en una ciénaga las mujeres de la pensión creerán vislumbrar un animal muerto: “un caballo que cayó por la pradera en la mitad de la lluvia”. El espanto aparece cuando León reconoce un pie y una pierna muy blancos, los de Miss Harriet.

Miss Harriet ha decidido morir por un desengaño de amor. El va a velar por ella, en sus últimos instantes. Y la va a despedir con un beso, hacia la otra vida. Harriet va a morir para abonar la tierra del bosque y reintegrarse al ciclo natural de la Naturaleza. En ese sentido, Harriet muere vestida de blanco, como una novia en su noche nupcial.

La iluminación enfoca en diversos tonos el vestido blanco a lo largo de la obra; de acuerdo al avance del romance con León. El cuento, de fines del siglo XIX refleja el pudor de una sociedad- la victoriana-que hoy nos resulta ingenua y acartonada. Pero, a veces es necesario volver para atrás, para rescatar otras visiones de la moral y de la sexualidad que nos son ajenas.

Lo importante es el relato de una historia casi insignificante, pero que no lo es, ya que se cobra una víctima. Al principio de la obra, se dice que, en esa época, las solteronas de buen pasar recorrían Europa, en busca de aventuras. La tragedia de Harriet es que no pudo llevar a cabo su deseo. Algunos tenemos historias de tías abuelas solteronas que no se casaron porque su único novio murió de tuberculosis, o algo asì.

Por eso, hoy, ante el exceso pornográfico del baile del caño y de los trapitos al sol de Gran Hermano, este cuento puede pecar de inocentón. Pero, a veces hace falta añorar un amor como los de antes, del siglo XIX; trágico por “lo que pudo haber sido”, y no decadente por sobredosis de lujuria.

La adaptación del texto está llevada a un lenguaje actual, y exento de arcaísmos. Geraldine Seff y los dos actores que interpretan a León –Pablo Quiroga y Marcelo Velásquez- traen a escena el recuerdo de una moral extinguida, pero que vale la pena rescatar del arcòn de la memoria.

Silvia Sánchez Urite

Harriet, boceto sobre una inglesa de cierta edad
Dir.: Geraldine Seff y Gabriel Fernández Chapo
Basado en el cuento Miss Harriet de Guy de Maupassant

Elenco: Pablo Quiroga, Geraldine Seff, y Marcelo Velásquez.
Adaptación: Gabriel Fernández Chapo.
Dramaturgia de escena: Pablo Iglesias.
Vestuario: Natalia García Barros.
Diseño de Iluminación: Pablo Quiroga.
Viernes a las 21 en el Centro Cultural Rojas, Av. Corrientes 2038.
Temporada 2007- Ciclo Operas primas .
Entradas: $ 10.

Entrevista a Ana Katz

Gentil, luminosa, precisa. Así es Ana Katz, cuyo segundo film “Una novia errante” acaba de estrenarse luego de su paso en el Festival de Cine de Cannes. En este film, la directora aborda cinco días en la vida de Inés, personaje que interpreta, que ha sido abandonada por su novio en medio de un plan vacacional. Katz ingresó al campo cinematográfico con El juego de la silla, si bien ya había desarrollado una interesante carrera teatral. Nos concedió esta entrevista en su oficina de Flehner, la productora para la cual dirige publicidades.

Venis de Cannes. ¿De qué se trata esto de haber ido al “festival de festivales”?

Estoy contenta de la experiencia de Cannes, de cómo le fue a la película. Es un poco agotador porque es un festival muy vertiginoso, en donde hay proyecciones simultáneas y muchas actividades paralelas. Se calcula que durante los diez días que dura el festival pasan 150.000 personas. Todo es muy organizado, hay credenciales y pases para una cosa y pases para otra. Para mí fue muy importante como experiencia, a la película le fue muy bien y eso significa un buen comienzo. Uno siempre tiene la ilusión de hallanar un poco un camino que es complejo, que es el de hacer películas, y en ese sentido está buenísimo.

¿Cómo fue el proceso de realización del film?

En realidad primero hicimos el rodaje, se presentó en el Bal del BAFICI en donde ganó el premio Work in Progress, y luego fue seleccionada en San Sebastián para Cine en Construcción, allí ganó el premio de la industria, y con ese premio se terminó la película en España, y al mes y medio de haber vuelto tuve la noticia de que íbamos a Cannes. El ritmo fue rápido e impulsivo. Algo del impulso del personaje lo tiene el impulso de la película.

¿Cuál fue la génesis de la película?

Quería trabajar sobre el amor no correspondido. Los miedos y la fragilidad del amor desde el punto de vista de una persona no tanto en torno a la relación entre dos, sino en relación al que no es escuchado.

Este tono que tiene algo muy dramático y a la vez absurdo de tu personaje, ¿lo fuiste encontrando a la par que avanzabas en la escritura o ya estaba establecido?
No, en verdad escribimos con Inés Bordegaray y trabajamos a lo largo de un año en el guión, intentando encontrarle un punto de equilibrio muy particular porque queríamos conseguir una intimidad muy grande entre el guión e Inés, y la cámara e Inés, y por un lado queríamos trabajar ciertas situaciones humorísticas para profundizar en las escenas. Tampoco queríamos llenar la película de gags o situaciones ocurrentes que distrayeran lo fundamental, que es la intimidad de ese personaje.

¿Conocías Mar de las Pampas o a partir de la película comenzaste a ir? ¿Por qué elegiste este espacio?

A mí me gustaba Mar de las Pampas porque es distinto a la ciudad, por ejemplo Capital Federal, en donde uno se puede alienar de varias maneras para no pensar en nada. Es mucho más facil negar, olvidar, o hacer que uno se olvida. En cambio el hecho de ser abandonada por una pareja en medio de un balneario fuera de temporada en donde se mira por un lado y se encuentra un bosque, y se mira por otro lado y está la playa, era interesante para poner al personaje en una situación un poco más límite.

En tu obra Lucro Cesante ya hay una mirada sobre el mar, ¿la idea de lo vacacional forma parte de un estilo, o se trata de una casualidad?

No, en verdad uno a veces descubre cuándo son los temas propios después, por la mirada de los demás y las devoluciones que te van dando. Para mí el mar es muy impactante, para mí y para la mayor parte de la gente (risas). Hay algo de la vitalidad que tiene el mar y la sensación que deja que creo que es muy particular, y tiene mucha potencia y de alguna manera me ayudaba a contar cómo Inés a lo largo de los días logra relacionarse con la naturaleza, que de algún modo es la única fuerza que decide. El cuerpo y la naturaleza son las verdades “últimas”. Un baño en el mar al final me gustaba mucho.

Está presente la idea de que el pasatiempo deviene conflicto. ¿Qué sentís que le pasa a los personajes cuando tienen mucho tiempo para estar sólos?

Quizás es como una sensación de que cuesta arrojarse al vacío del tiempo libre, que a veces viene ligado a la confrontación con las verdades privadas que derivan en una armonía y en un tiempo de disfrute, pero también pueden significar un torbellino emocional. Sobre todo creo que en general la gente en vacaciones tiene una posibilidad de interactuar y de sentir muy distinta que en la vida cotidiana del trabajo, en donde no hay demasiado tiempo para traspiés y sobresaltos.

He observado en el cine argentino que últimamente lo familiar siempre es un terreno apático para el personaje. Como por ejemplo en el cine de Rejtman, en donde encontramos a la figura del adolescente no relacionado con el mundo adulto, o el caso de la familia en el cine de Lucrecia Martel, tan ominosa. En relación a lo familiar, me interesa que en tu película hay una mirada reconciliadora hacia lo familiar, muy visible en el final.

Sí, yo creo que al final algunos lo leen de una manera, y otros de una forma muy distinta. La familia tiene una historia, y los personajes que tienen una historia pasada tienen peso propio y afecto, que es muy particular. Eso muchas veces produce un efecto muy importante en las personas. El padre rescata a Inés de una situación y luego le dice: “¿El trabajo, bien? ¿Tus cosas, bien?”, y ella le responde que sí, y no ocurre nada más, porque de alguna manera no me parece que les toque dialogar sino estar juntos y rescatarse. Algunos podrán pensar que hay un final muy amargo. Lo que yo sentía en relación a ese final es la convivencia entre la amargura y la luminosidad. Queda claro que atravesar la vida es eso, aceptar las amarguras y buscar el sol o meterse en el agua de todas maneras.

La película tiene algo pesadillesco. Me recordó a la idea de Alicia en el país de las maravillas, en relación a ingresar a un mundo distinto, con nuevos códigos. Inés se encuentra en una suerte de comunidad que casi roza el hippismo.

La fábula con la que juguetié un poco fue la de Caperucita Roja, que tiene un concepto moral sobre lo extraño y lo familiar que me interesaba mucho, y la verdad es que en relación a Caperucita Roja había un lobo que sería Germán y un posterior rescate familar. No quise hacer una adaptación directa, sino que la fábula le otorgara un sentido onírico a esto que vos notás como pesadillesco. Estéticamente era funcional esa pesadilla ligada a la fábula.

Eso es muy visible en la idea de la mujer que entra al bosque.

Exacto.

Me interesó cómo evoluciona la relación entre Inés y Germán, tanto en tan poco tiempo, si bien es evidente que son personas con dos vidas y dos visiones diferentes. El trabajo que encaraste con Carlos Portaluppi (quien interpreta a Germán), ¿fue similar al que realizaste con los otros actores?

No, nosotros ensayamos con Marcos Montes, que fue mi coach de actuación y colaboró en la dirección de actores de las escenas compartidas. Ensayamos bastante y buscamos el tono juntos para este vínculo que tenía que tener algo de esos amigos que son efímeros, que son amigos que uno se hace en la costa, que son muy importantes en un momento pero que luego no los ves más.

¿Crees en la existencia de una mirada o una escritura femenina?

Creo que hay una mirada que está ligada a lo femenino, y no necesariamente tiene que estar escrita por una mujer. Hay cierta manera de abordar el detalle o algo sensorial ligado a cómo lo puede sentir una mujer. Hoy en día creo que está más desdibujado ese límite genérico. Hubo muchos hombres que me dijeron que se sintieron identificados con Inés, y eso es normal.

La película me remitió directamente a El rayo verde, de Eric Rohmer. Ambas arrojan una mirada sobre la soledad de una mujer, y mostrarse bien ante todos pese a estar triste.

Hay dos homenajes personales, uno a El rayo verde y otro al mediometraje de Rossellini, Amore, con Ana Magnani que está basado en La voz humana. Para mí son dos referentes a los cuales quiero homenajear muy humildemente. Soy devota de esas dos películas, y de esas dos actrices.

Por último, ¿hiciste muchas cosas tontas por amor?

Algunas he hecho... Sobre todo en relación al teléfono: mirarlo todo el tiempo. Comparto el miedo a la fragilidad de las escenas y a los cambios constantes de todos los humanos y la naturaleza. No fue nada autobiográfico. Todos tenemos miedos a ser dejados, que en realidad es el horror a lo desconocido, el “qué viene después".

E.O.

Desfile, de Ana María Stekelman: el tango brilla en la fusión con la danza moderna

Este espectáculo se compone de tres cuadros: Concierto de nácar; Tangokinetic Molpai y Desfile. En el primero de ellos brilla el vestuario de Renata Schussheim, al ritmo de los acordes de Concierto de nácar de Piazzolla. Curiosamente el autor se había negado a que sus obras fuesen bailadas, pero la fusión de la danza moderna (Técnica Martha Graham) con figuras de tango realizan unas imágenes muy bellas. Y el tango no se diluye en pintoresquismos sino que se basa en el entrenamiento de la técnica moderna de los bailarines. Los tres movimientos de la obra que Piazzolla interpretó con la Orquesta Filarmónica se dividen en tres visiones de la mujer en el tango: la novia, la mujer pasional, y finalmente, la muerte.

La segunda parte del show se basa en una película de cine mudo que contiene imágenes del ballet de Ted Shawn, primer conjunto de baile moderno compuesto únicamente por hombres. Primero es proyectada la película en pantalla gigante de video, y luego el grupo de danza de Stekelman pasa a realizar los mismos movimientos, con variaciones; además de la inclusión de bailarinas en la obra. Puede ser tomada como una metáfora del mito del androgino que se halla en El banquete de Platón. Así, las parejas de hombre-hombre y mujer-mujer se van desplazando por el espacio, creando entres alrededor del aire circundante. Finalmente se repite el video original, pero editado. La música contribuye a crear el clima deseado, ya que se basa en los conciertos dodecafónicos de las vanguardias de principios del siglo XX.

La última parte la constituye el tan ansiado Desfile, con vestuario de Jorge Ferrari y Pablo Ramírez, que realiza una parodia del fragmentario mundo de la estética del mundo de la alta moda, en las pasarelas de New York, París y Milán. Los bailarines y las bailarinas aparecen al principio en ropa interior, luciendo sus esbeltos cuerpos; para ir formando imágenes de fotografías de estética Vogue. Por eso el video de Madonna de ese nombre es muy citado, y también el mundo de las discos, donde concurren los modelos a buscar esparcimiento. Hay continuas referencias a la estética de Madonna en los 90´, por ejemplo en su video Frozen, en vestidos negros largos con gran vuelo y silueta ceñida al cuerpo, pero vestidos por ellos. La música de Leo Sujatovich acompaña sin empañar el lucimiento de la ropa, en un estilo tecno-tango. Es una parodia porque, aunque la ropa sea verdaderamente de un diseñador real, la puesta se burla de los tics de las pasarelas del mundo. Al final, vemos novias y novios, con muchos tules blancos y ramos de rosas. En el estreno, Stekelman salió a saludar a un público complacido con lo que ella les había brindado. Los asistentes coreográficos eran parte del ballet: la pareja conformada por Nora Robles y Pedro Calveyra, además de Marcelo Carte. Robles fue también la co-directora del show.

Silvia Sánchez Urite

Tangokinesis en Desfile
Bailarines: Nora Robles- Vanesa Odetti- Laura Aguerreberry
Mariela Magenta- Verónica Tandura
Pedro Calveyra- Marcelo Carte- Facundo Mercado
Ignacio Gonzalez Cano- Arturo Gutierrez
Diseño de Iluminación: Omar Possematto
Asistentes coreograficos: Nora Robles- Pedro Calveyra- Marcelo Carte
Kinesiòlogo: Lic. Guillermo Paterno
Selección musical: Ana Maria Stekelman
Prensa: Deborah Lachter y Asociados
Fotografìas: Claudio Essses
Producción Ejecutiva: Susana Argañaras
Co- Direccion: Nora Robles
Coreografìa y Direcciòn: Ana Maria Stekelman
Martes a las 21 y Domingos a las 17 durante junio y julio de 2007
En el Teatro Maipo, Esmeralda 443
Venta telefonica: 4000- 1010 o entradaplus.com.ar

XXY: Intenso relato sobre un tema inédito en el cine argentino

La ópera prima de Lucía Puenzo resulta una bienvenida por partida doble. No sólo por su calidad de ópera prima, sino por el tratamiento en la cinematografía local de la intersexualidad. Lo saludable es que la mirada de Puenzo esquiva el didactismo y se centra en el aspecto vivencial de Alex, la adolescente hermafrodita, en torno a su compleja situación y la relación con sus padres.

La historia comienza cuando Erika llega con su marido cirujano, Ramiro, a la casa de su amiga Suli (Valeria Bertuccelli), que vive en Piriápolis. El encuentro tiene como objetivo avanzar sobre una operación de asignación de sexo, pero Kraken, el padre de Alex (otro notable y contenido Ricardo Darín), cuestiona esa idea. Si la llegada del cirujano hará más contundente esos distintos puntos de vista, qué decir de la propia mente de Alex, ese ser sobre el que tanto se discute y al que, al mismo tiempo, le suceden cosas. En medio de ese torbellino aparece Alvaro, hijo del matrimonio que ha llegado, que en esos pocos días y de manera natural entablará una relación amorosa con la/él joven.

El film avanza con una sequedad cada vez mayor, tanto en el tratamiento de los diálogos y las situaciones, como en el aspecto visual, en el que se destaca la fotografía de tonos ocres a cargo de Natasha Braier. Esa ambientación es la más propicia para cuestionar los valores positivistas de Ramiro (Germán Palacios), que sostienen la idea de una identidad monolítica. Esa rispidez filosófica se traslada en la crianza de su hijo, tan rígida como menospreciante. En ese sentido, el tratamiento de la intersexualidad se relacionará con múltiples formas de dependencia, y el foco estará puesto en la mirada de los padres hacia sus hijos.

La escena del encuentro sexual entre los jóvenes es de una franqueza acorde a todo el film, que sólo decae en un par de secuencias en donde el diálogo suplanta a la imagen. Ese encuentro –decisivo- tiene toda su expresión resumida en la gestualidad de Inés Efrón (vista en Glue, en el anterior BAFICI). Su criatura –fascinante- pide a gritos la atención de la cámara y nos invita a sumergirnos en su mundo interno, a la vez que aceptamos su dualidad.

Ezequiel Obregón


XXY (Argentina-España/2007).
Dirección: Lucía Puenzo.
Intérpretes: Ricardo Darín, Valeria Bertuccelli, Inés Efrón, Germán Palacios, Carolina Peleritti, Martín Piroyansky.
Guión: Lucía Puenzo, basado en un cuento de Sergio Bizzio.
Fotografía: Natasha Braier.
Música: Andrés Goldestein y Daniel Tarrab.
Duración: 87 minutos.

08 junio, 2007

Una novia errante, segundo film de Ana Katz

Inés discute con su novio en medio de un viaje hacia Mar de las Pampas. “Discute” es una manera de decir, porque en verdad lo suyo parece un soliloquio del cual no recibe réplica alguna. De a ratos su novio emite alguna frase evasiva, mientras su angustia se confunde entre las sombras fugaces. Finalmente llegan a destino, pero él no desciende del micro: decide continuar solo.

Así de contundente comienza Una novia errante, y si ese principio deja a esta suerte de anti-heroína romántica en medio de una situación tensa, el resto del metraje oscilará entre la necesidad de confiar en un destino que reparará la falta, y entre otro que marcará el inicio de una nueva forma de vida. Inés no podrá asumir ese destino de soledad, y deambulará durante los días que iba a pasar en pareja intentando mostrarse segura, si bien su fragilidad emocional está a flor de piel. La idea de tiempo de ocio que deviene en conflicto ya había sido abordada por Katz en su obra teatral Lucro Cesante, y aquí vuelve a ser el eje conductor de todo el film. ¿Qué es lo que hará Inés, entonces? Varias cosas: seducirá sin mucho entusiasmo al concerje, enamorará a Germán, un macizo periodista bonachón, se emborrachará como si estuviera en un viaje de egresados, y clamará por su amor en largas y tensas súplicas emitidas en un locutorio, algo que exasperará a su dueño.

El film tiene un medio tono que le sienta muy bien, y los pasajes cómicos refuerzan el patetismo de Inés, que jamás excede su medida. Katz mira a su criatura de manera cercana pero jamás compasiva, y de este modo la humaniza. También hay cierta mirada infantil que es reforzada por sutiles acompañamientos musicales, en concordancia con el tratamiento fabulesco que se refuerza desde lo espacial (hay muchas tomas de la espalda de la protagonista, como si alguien la estuviera por atacar continuamente). Mezcla de Alicia y Caperucita Roja, Inés encuentra tras cruzar el bosque un mundo que le resulta extraño, suspendido en el tiempo, mientras ella intenta volver a un pasado mejor a través de su mente. De sus intentos por estar a tono con esa comunidad surgen los mejores momentos de “Una novia errante”, como por ejemplo los primeros diálogos con Germán (enorme presencia cinematográfica de Carlos Portaluppi) y la función de títeres que le regala una madre cuasi-hippie (Erica Rivas) a ella y a su pequeño hijo Atahualpa. En esa zona en donde la complacencia frente a los otros pone en superficie la enorme angustia, Katz encuentra su referente en el Rohmer de “El rayo verde”, aquel magnífico film en donde Marie Rivière no dejaba de llorar.

El otro referente es uno de los dos episodios de Amore (la adaptación de Una voz humana, de Cocteau), el film de Roberto Rossellini en donde Ana Magnani se aferraba al teléfono y no podía aceptar que su amante la abandonaba. Katz pone en su rostro todo el pathos necesario para entender que, pese a todo, la chica la está pasando mal. El tono monocorde de Daniel Hendler (del cual ya varios realizadores sacaron provecho) eleva su desazón aún más.

Si el final es ambiguo, encuentra una mirada interesante sobre la recomposición familiar. Algunos podrán evaluarla como una vuelta a la contención, y otros como una regresión que duplica la inestabilidad de la protagonista. No obstante, Katz decide dejar de ejercer peso sobre Inés, y nos regala un final tan nítido y bello como toda su película.

Ezequiel Obregón

Una novia errante (Argentina/2006).
Dirección: Ana Katz.
Intérpretes: Ana Katz, Daniel Hendler, Carlos Portaluppi, Catherine Biquard, Arturo Goetz, Marcos Montes, Erica Rivas, Silvina Sabater, Nicolás Tacconi, Violeta Urtizberea.
Guión: Ana Katz e Inés Bortagaray.
Fotografía: Lucio Bonelli.
Música: Nicolás Villamil.
Edición: Andrés Tambornino.
Duración: 85 minutos.

El cine de monstruos en su mejor forma

Bong Joon-ho ha conseguido lo que muchos directores “maistream” no pueden lograr: hacer una película con contundencia visual y una trama consistente, y con efectos especiales a favor de un guión y no al revés.

The Host impacta por su contundencia dramática, su habilidad para generar tensión mediante el uso del fuera de campo y demás herramientas cinematográficas. La trama comienza cuando un inescrupuloso científico norteamericano arroja una sustancia tóxica a un importante río. Algún tiempo después dos pescadores encuentran una pequeña y rara criatura, pero no advierten el peligro que supondrá su existencia. La arrojan al mar, claro, sin siquiera imaginar en qué se transformará el bicho algunos años después.

A orillas del río trabaja un hombre tan despistado que envía a su hermano a la escuela de su hija, en donde celebran el día del padre. Torpe, dormilón, atolondrado, quien se transformará en uno de los héroes del film no tiene nada de extraordinario, como tampoco el padre, el hermano, y la sobrina, angustiada por no haber conseguido la medalla de oro en la disciplina de tiro al blanco.

La primera aparición del monstruo al aire libre despliega parte del encanto del resto del film. Estilizados planos secuencias, notable uso de la música para exaltar el tempo interno de cada personaje, el tan dejado de lado –y bienvenido- realenti hacen de su aparición algo difícil de olvidar. Una vez que la niña haya sido tomada cautiva por el monstruo el drama familiar se tornará más potente, y comenzará a delinearse la trama del film más política, aquella que apunte directo a la manipulación del gobierno de Estados Unidos (¿se acuerdan del antrax?) sobre el destino de los surcoreanos.

La notable habilidad de Bong para mixturar diversos géneros no hace que la trama se fragmente, porque siempre está en favor del personaje. Así, la escena del velorio colectivo en la cual se gesta una patética discordia familiar, es tan convincente y coherente como risible. Cada uno de los miembros de la familia luchará contra viento y marea para salvar a la niña, en una verdadera misión épica. Algo de trágico tiene The host, no sólo en cuanto a la desmesura puesta en el aspecto visual, sino en la manera que encara la idea de compromiso sobre la comunidad. Así, el microcosmos familiar no deja de fluctuar ante cada miseria producida más arriba, en donde se tejen los hilos del poder.

Sobre el final, diremos que hace tiempo el cine moderno no producía tanta genuina emoción.

Ezequiel Obregón

The Host (Gwoemul, Corea del Sur/2006).
Dirección: Bong Joon-ho.
Intérpretes: Song Kang-ho, Byeon Hie-bong, Park Hae-il, Bae Du-na y Ko Ah-sung. Guión: Baek Chul-hyun y Bong Joon-ho.
Fotografía: Kim Hyung-ku.
Música: Lee Byung-woo.
Edición: Kim Seon Min.
Diseño de producción: Ryu Seong-hie.
Duración: 119 minutos.

06 junio, 2007

Se repuso Budín Inglés

Todas las lecturas conducen al amor

Esta obra fue presentada, en 2006, en el Teatro Sarmiento, en el Ciclo Biodrama. Es decir, toma prestadas afirmaciones de personas reales, vivas y que residen en Argentina. La anécdota puede resumirse en la reunión de dos consuegras, que van a desarmar el departamento de sus hijos que se están por separar, y se distraen comentando la biblioteca de él y ella.

De este modo, tenemos cinco miradas sobre los libros y la lectura: la madre de él, la de ella, la de ambos integrantes de la pareja en crisis, y la del presunto comprador del departamento. Asì, a través de comentarios sobre el contenido de los libros, y la situación en que se los leyó, se va conformando una “canon” casero de autores, escuelas y épocas.

La madre de él quedó marcada por las poesías que le enseñaron en la Primaria (“la Srta. Susana Del Pino”); la madre de ella inició su etapa escolar recién a los 9 años pero es más culta que la anterior.

En cuanto a la pareja, él prefiere las historietas, y los libros de suspenso y ciencia ficción. Ella le recrimina que solo lea “con dibujitos”, porque ha leído con dedicación y planificación textos de su carrera universitaria. Pero, lo importante es que las fábulas de los escritos los llevan a reflexionar sobre su vida, el sentido de la existencia, y el modo de relacionarnos con los demás.

Para algunos, la lectura es una vía de escape a una realidad hostil, para otros consiste en mirarse en el espejo de lo que dice tal autor. Todas estas interesantes discusiones son llevadas a cabo, mientras la pareja decide separarse o duda en volver.

Es hilarante el caso del comprador de la casa, que no es culto, y por eso mismo, se apasiona más con los secretos que esconden esos libros que él no conoce, y descubre en su posible futuro hogar. La puesta está sostenida en la base de la ironía y el humor, por ejemplo en la cara del comprador al no entender los códigos librescos que ostentan el resto de los que están en el departamento.

Es una obra sustentada en la micropoètica de Chaud, “la del estudiante de Letras” como dijera Sarlo sobre los nuevos novelistas, el 27/05/07 en Clarín. Sin embargo, aunque muchos no hemos cursado en Puán, podemos entrar en el registro de la obra.

La puesta no solo se basa en los comentarios, -eruditos o no- de los textos, sino en un juego de sensualidad con el cuerpo de la pareja, que en primer plano se besa, se acurruca y se mima; nos remite a eso que dice Grotowski: “Lo más importante del teatro es el cuerpo del actor”.

Es una obra que, a primera vista parece simple, pero, de acuerdo a las lecturas y recuerdos se va deconstruyendo en diversos niveles, que suscitan en el convivio con el público risas, y también nuevas miradas sobre nuestro compañero, el libro, cuya muerte ha sido anunciada tantas veces, pero él se resiste y renace de entre las cenizas.

Silvia Sanchez Urite

Adela: Marta Lubos
Marilís: Elvira Onetto
Mara: Laura Lòpez Moyano / Malena Figò
Mariano: Esteban Lamothe
Sebastián: Santiago Gobernori
Escenografía: Ariel Vaccaro
Iluminación: Matías Sendón
Vestuario: Cecilia Allassia
Música: Gabriel Barredo
Asesoramiento e investigación: Walter Jacob
Fotografía: Carlos Furman
Operación Técnica: Juan Manuel Noir
Asistencia de Dirección y Producción: Mara Guerra
Idea, Dramaturgia y Dirección: Mariana Chaud
En el Teatro Del Pueblo, Roque Sáenz Peña 943, los jueves a las 21
Entrada: $ 20, Jubilados y estudiantes: $ 10

LOS PADRES TERRIBLES , de Jean Cocteau.

“He querido ensayar con éste un drama que sea una comedia y cuyo centro sería un nudo de vaudeville si la marcha de las escenas y el mecanismo de los personajes no fueran dramáticos.” Así presenta el autor su pieza en 1938, como un rompecabezas que pinta una sociedad a la deriva, en el cual los papeles se sacrifican a los tres actos de la obra, despojada de los subterfugios decorativos que pueblan los escenarios de la época. Acerca de la prohibición de que fue objeto, Cocteau apunta que “un escándalo empieza a volverse escandaloso cuando de salubre, de vivo que era, llega al dogma y, diría yo, cuando rinde.”

Si bien la obra no causa el escozor ni la sorpresa de su estreno, sigue despertando un profundo interés setenta años después. Los padres terribles, como la antigua tragedia que tan bien conoció y reelaboró este polifacético artista francés, aborda cuestiones como las relaciones incestuosas, el engaño y la venganza en el seno de una familia, en la que se multiplican los lazos viciados. Cocteau lleva los más lejos posible la actitud que como autor lo distingue: quedar fuera de la obra, sin defender ninguna causa ni tomar partido por ninguno de los personajes, los cuales no sepresentan jamás como seres simples o lineales.

La directora Alejandra Ciurlanti – haciendo uso de una lograda traducción del texto realizada por Ignacio Apolo - no emplea recursos remanidos de actualización en la puesta ni traslada los hechos a épocas o espacios más cercanos, a la vez que evita con inteligencia la representación arqueológica y solemne del pasado. Consciente de que un clásico se sostiene por su propio peso, lo aborda con solvencia, acentuando los aspectos ridículos de estos progenitores infantiles, Yvonne y Georges, quienes presentan una gestualidad y un modo de expresión exagerados y poco naturales que causan risa al tiempo que desnudan una crueldad pueril. La víctima del ahogo de la madre y de la desatención del padre es el joven Michel, ajeno en su ingenua pureza a la pavorosa situación en la que está inmerso. Sobre ellos, títeres, la fría tía Léonie teje con cálculo los hilos a fin de volver al falso orden que ella sostiene según su conveniencia. Entre todos ellos, Madelaine (María Alché), la muchacha que ha generado las sucesivas revelaciones que derrumban el esquema de esta familia unida por lazos tan complejos como endebles.

La escenografía despojada de Jorge Ferrari, tal como lo acotara el autor, sirve de marco ideal para este vodevil de fondo serio. La iluminación de Eli Sirlin también contribuye a crear uan atmósfera particular en un escenario tan amplio como el de El Cubo. Mirta Busnelli, la madre, hace reír con el cuerpo y los juegos de la voz sin hacernos olvidar nunca de la profunda desesperación de esta mujer. Luis Machín, el padre, se maneja en el mismo registro, dejando ver el drama detrás de la caricatura. Nahuel Pérez Biscayart, el hijo, juega un perfecto contrapunto con ellos en su afectada inocencia, en tanto Noemí Frenkel presenta en oposición las aristas duras y las sutiles estrategias de Leo.

Lo que se inicia como una comedia negra va oscureciéndose cada vez más ante los ojos del espectador, quien siente muy cercanos los rasgos de la disgregación familiar también como metonimia de las relaciones sociales. La agudeza de Cocteau ha captado el fondo tragicómico, atroz y risible, de los seres humanos y aquí está ante nuestros ojos, como él mismo dice, como “un teatro digno del público que no prejuzga”.

Clara Ibarzábal

Autor: Jean Cocteau
Traducción: Ignacio Apolo
Actuciones: María Alche, Mirta Busnelli, Noemí Frenkel, Luis Machín, Nahuel Pérez Biscayart
Vestuario: Andrea Mercado
Escenografía: Jorge Ferrari
Iluminación: Eli Sirlin
Fotografía: Juana Ghersa
Diseño gráfico: Gabriela Kogan
Asistencia de escenario: Simon Dimotta
Asistente de producción: Fernando Zaldívar Posse
Asistencia de dirección: Sabrina Arias
Prensa: Colombo Pashkus
Producción artística: Noemí Frenkel
Producción ejecutiva: Alejandra Menalled, Mariano Pagani
Dirección: Alejandra Ciurlanti

EL CUBO
Dirección: Zelaya 3053 - entre Jean Jaures y Anchorena (Abasto)
Teléfono: 4963-2568
Entrada: $40,00 / $30,00 - domingo - 19:00 hs
Entrada: $30,00 / $20,00 - jueves - 21:00 hs
Entrada: $40,00 / $30,00 - viernes y sábado - 21:00 hs

Entrevista a Javier Pomposiello

El actor y dramaturgo de Ind Arg nos habla sobre su obra, que recorre mediante las voces de una promotora y un asador las mañas, defectos, y atrocidades del discurso popular argentino. Dirigida por el integrante del grupo Los Macocos, Martín Salazar, Ind Arg es una interesante aproximación a esa parte nuestra que no deseamos ver.

¿Cómo fue la génesis de la obra? ¿Había una intención de trabajar sobre las frases hechas?


Sinceramente, yo venía de trabajar en varias obras como actor y tenía ganas de empezar a contar lo mío. Siempre en mis ratos libres escribía cosas, sin mostrarlas. Ensayando “Grasa” con José María Muscari, nos pedía que lleváramos cosas para trabajar, y desde ahí comencé a ver que lo que yo producía causaba entusiasmo y se incorporaba al proyecto. Eso me dio el impulso de hacer algo propio. Lo primero que surgió fue la idea de dos personajes: la promotora y el parrillero. Me interesa trabajar a partir de situaciones, que son las que crean los personajes, y no al revés. Me interesaba meter en la obra frases hechas o cosas que escuchaba, ahí me dije: “ésta es la obra, quiero hablar de la Argentina y de la clase media, y de lo que somos responsables”. Los argentinos hablamos mucho, y a veces la gente dice cada cosa.... Pero estamos acostumbrados a escucharlas, entonces no nos sorprendemos.

La obra trabaja desde una construcción de lo real que jamás deviene ni costumbrismo ni naturalismo.

Yo creo que tomo cosas típicas, o miserias, o vicios de la gente común que se pueden escuchar en cualquier bar o ascensor y con eso hago como una “ensalada”. Me interesa hablar de algo no desde un lugar costumbrista. Traté de pensar en discursos y pensamientos de la gente, y cuestionar si esos pensamientos alguna vez los razonó o si los dice por cobardía, comodidad, o porque “así las cosas están bien” o “los culpables son estos que están acá al lado y no nosotros”. Existen desde frases muy sencillas o inocentes como conversar sobre el clima, hasta otras mucho más complejas que tienen que ver con asuntos más serios ligados a nuestro pasado inmediato.

¿Te sentís relacionado con el concepto de “teatro político”?

Yo tengo dudas sobre si hay un teatro político o si todo teatro lo es. Al teatro lo hacen hombres que cuentan cosas. En algún punto creo que todo lo que hacemos es político. Desde el punto de vista sobre si me estoy comprometiendo más con una temática, podría considerarse que sí, que estoy haciendo teatro político. Lo que más me preocupa es hablar de nosotros.

Convocaste a Martín Salazar para la dirección. ¿Por qué no la dirigiste?

No tengo experiencia como director, si bien me voy a animar. A la obra la escribí para actuarla con la actriz con la que actúo, y se la entregué a quien la dirige. Pensé que iba a ser un gran aprendizaje: para actuar y para dirigir posteriormente. Tanto a Martín como a mí nos interesa el humor, no contar chistes, sino utilizar los temas desde un lugar filosamente humorístico. Se trata de un humor de la decadencia.

En la época de ensayos, ¿trabajaron directamente sobre el texto?

El texto sufrió modificaciones durante el trabajo Lo tomamos como un mapa de trabajo. A Martín le había interesado el trabajo que hice en torno a las frases hechas. Mi intención era mostrar algo extraño que cuando se pone a hablar o hacer tiene algo muy conciente.

Es algo siniestro: lo familiar que no debe ser revelado y se muestra.

Esa era la intención. No queríamos transitar el naturalismo pero tampoco hacer algo absolutamente absurdo. Lo que me interesaba era que la gente llegue y diga: “¿qué es esa cosa extraña?” Y esa cosa extraña somos nosotros. En la obra se muestra también el discurso turístico. Yo creo que la promoción es un invento, es la pavada... Y hay un bandoneonista, que con su música otorga un respiro de belleza. Mediante la música de Miguel Praino se impone algo muy bello. Elegí el bandoneón porque tiene eso de “bandoneón igual a tango, igual a Argentina”, pero a la vez es un instrumento que no fue inventando en este país, que es muy extraño, y que tiene una forma de tocarse muy rara. Es un instrumento hermoso. En ese nivel se une algo muy local con algo muy extraño: una interesante dualidad.

¿Qué zonas del texto crees que generan mayor grado de afectación al público?

El que carga con las cuestiones más pesadas es mi personaje, que representa al argentino medio con discurso seudo facho, que tampoco piensa mucho lo que dice. Mi monólogo de cómo hacer el asado en donde aparece la duda sobre dónde están los desaparecidos, que estarían matándose de risa en Europa, la idea de que “son todos” (son todos chorros, putas....), etcétera, es fuerte, sobre todo porque alterna la idea de enseñar a hacer un asado y decir todas esas cosas. En el caso de la actriz aparece la idea de la promotora que pretende ser famosa. En apariencia es algo más light, pero lanza una idea fuerte, que es ¿qué tiene la gente en la cabeza? Aparece esa idea de estar en la televisión, de triunfar... Es muy cómica la escena en la que los personajes discuten sobre su origen europeo, y sobre quién porta la mejor sangre, cuando en realidad no tienen la menor idea de dónde vienen.

Ezequiel Obregón

Ind Arg puede verse en el Centro Cultural El Tadrón, Niceto Vega 4802, esquina Armenia, los sábados a las 23:30.

01 junio, 2007

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