Dentro del ancho galpón con luz natural y once metros de altura, que conserva la claraboya original y las huellas de un siglo de historia, se han reunido chicos y grandes, sentados en sillas, sillones y colchones para disfrutar del eterno hechizo del circo. Y esto sucede desde que se oye el Ave María mientras una trapecista se lanza sobre la platea. Luego, sólo con un tubo de luz negra colocado en el suelo el escenario se transforma en un lugar mágico Allí se suceden los cuadros que combinan el uso del piso y el espacio aéreo, con la intención de provocar sensaciones y estados de ánimo.
La música sosegada nos sumerge en otro mundo, en el que el movimiento – llama especialmente la atención el delicado y expresivo trabajo con los brazos y las manos - y el blanco azulado contra el negro crean una belleza de la que todo el público queda prendado. La coreografía grupal da paso a los aros, la acrobacia en las telas y la formación de figuras que destacan sobre un fondo ahora blanco. Luego, el sonido del mar transporta a otro clima y se inicia el juego fascinante de los círculos creados por una suerte de antorchas fluorescentes. Destellos de naranja, rojo y verde en distintos momentos dan color al sortilegio. “Malagueña” impone otro ritmo y otro tono: sobrevuelan el escenario una gran boca y un corazón, mientras los recién casados se despojan de su ropa que flota en el espacio. Inmediatamente, las cintas danzantes parecen moverse solas frente a nuestros ojos.
No falta el payaso, que busca literalmente la otra mitad de su cuerpo, en uno de los pasajes más risueños del espectáculo, en el que se trabaja, como en otros pasajes, con un triángulo suspendido. La distensión se acentúa en cuando suena “Let the sun shine” y todos bailan: no ha habido historia, sino apelación a pura a la sensorialidad y la emoción.
Mariana Sánchez, la directora, ha volcado aquí tanto sus conocimientos de danza, acrobacia, contact y yoga como su experiencia con el circo de la calle en la creación de una obra tejida cuidadosamente, que logra generar un gran placer. La obra dirigida a la vista y al oído, que no ha buscado el impacto sino deleitar con gracia sutil y delicadeza, se completa con el aroma del ritual del que se ha participado.
Clara Ibarzábal
Compañía Circo Negro
Intérpretes: Andrea Bergantino, Florencia Giavedoni, Cecilia Gómez, Gustavo Lecce, Mariela Mafioli, Guadalupe Mauriño, Julieta Miranda, Andrea Silva y Nani Zanata
Cantante: María Teresa Ciarla
Dirección: Mariana Sánchez
Producción general: Pablo Zarfati
Prensa: Pintos&Gamboa
CLUB DE TRAPECISTAS ESTRELLA DEL CENTENARIO
Dirección: Ferrari 252
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfono: 4857-3934
Web: http://www.clubdetrapecistas.com.ar
Entrada: $15,00 / $10,00
Viernes y sábado - 21:30 hs - - domingo - 20:30 hs
Hasta el 29/04/2007